Si hace unos días veíamos cómo Estados Unidos estaba lidiando con los gorrones del invadiendo sus cafeterías, ahora son varias las ciudades de España que alzan la voz sobre el mismo problema: el trabajo en remoto supone que alguien se siente a las 8:00h de la mañana y esté ocupando una mesa hasta la hora de comer sólo habiendo pagado un café y una tostada. No sale rentable.
Ciudades como Barcelona, Oviedo o Valencia empiezan a limitar el teletrabajo en sus mesas por las bravas. Algunos lo hacen de forma más pasiva y generando menos fricción con aquellos que trabajen en remoto y busquen un hueco en su local. Con un método tan simple como el de restringir la conexión a internet vía Wi-Fi para sus clientes es más que suficiente para ahuyentar a quienes tuviesen intención de quedarse. Otros, en cambio, han empezado a optar por medidas más agresivas.
Bares y cafeterías contra el teletrabajo 5c42c
Tal y como recoge La Vanguardia, en Valencia han empezado a colocar pegatinas en las mesas con un portátil tachado y un horario: prohibido teletrabajar entre las 8:30h y las 12:30h. Aseguran que no les queda otra. "El local es pequeño y, por ejemplo, entre las diez y las once y media de la mañana es imposible, necesitamos todas las mesas". No tienen problemas con ceder ese hueco en otros horarios más tranquilos, pero en hora punta necesitan otro tipo de cliente para salir adelante.
Ciudades aún más cosmopolitas como Barcelona, donde el café y los locales se han convertido en casi un arte venerado por influencers, bares y cafeterías también han tenido que optar por carteles prohibiendo el teletrabajo en sus mesas para hacer huir a los gorrones de Wi-Fi. El caso de Departure Café recogido por Barcelona Secreta resume a la perfección la situación:
"Hemos tenido clientes que han pedido un espresso y se han sentado ocho horas, gente que nos han pedido que bajemos la música para poder tener reuniones, clientes que sacaban el tupper para comer… Al principio adaptamos el espacio con enchufes para trabajar, pero a los dos años nos dimos cuenta de que los números no salían".
Ciudades como Oviedo aún no han dado ese salto pero empiezan a plantearse hasta qué punto la idea de tener una clientela fija pero que deja poco dinero sale o no a cuenta. La Voz de Galicia recogía opiniones para todos los gustos, pero la norma general, por el momento, sigue siendo la de remar a favor del teletrabajo en sus mesas a no ser que alguien no se comporte: "Si llega alguien y despliega el portátil no le decimos nada, pero si lleva mucho tiempo y necesitamos el sitio para otro grupo, le pedimos si, por favor, se puede mover".
Imagen | Austin Distel
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