En un mundo donde los videojuegos a menudo se centran en la acción rápida y los objetivos constantes, Lushfoil Photography Sim ofrece una experiencia diferente. Este juego se alinea con la filosofía del "slow gaming", una tendencia que promueve el disfrute pausado y consciente del juego, enfocándose en la exploración y la apreciación del entorno más que en objetivos o en misiones.
Desde el primer segundo, Lushfoil Photography Sim te transporta a otro lugar. No a otro planeta ni a una dimensión alternativa, sino a una versión más tranquila y contemplativa del mundo en el que vivimos. Este simulador de fotografía en primera persona, creado por el desarrollador Matt Newell y publicado por Annapurna Interactive, ha capturado la atención del público precisamente por su propuesta radicalmente pacífica.
Aquí no hay enemigos. Tampoco puzzles ni cronómetros. Tu única tarea es mirar. Y cuando sientes que algo merece la pena, puedes sacarle una foto. Eso es todo. Pero en esa simplicidad, Lushfoil consigue algo complejo: conectar con el jugador sin exigirle nada a cambio.
Cada escenario del juego —desde los Alpes italianos hasta playas australianas— ha sido recreado con un nivel de detallismo impresionante. La fidelidad de la iluminación, los reflejos del agua y la vegetación han hecho que más de un jugador se pregunte si lo que está viendo es realmente un videojuego o una grabación en 4K.
Slow gaming en estado puro
En plena era de los servicios en vivo, los shooters competitivos y las campañas cargadas de eventos, Lushfoil aparece, como ya avanzábamos hace un momento, como un manifiesto a favor del "slow gaming". Esta corriente, todavía joven pero cada vez más mencionada, promueve una forma de jugar sin prisas, donde lo importante es experimentar.
Podríamos decir que juegos tan conocidos como A Short Hike o incluso títulos como Dorfromantik ya han explorado este terreno. Pero Lushfoil va un paso más allá al eliminar cualquier elemento mecánico que nos recuerde que estamos jugando. No hay barra de progreso, no hay puntos, ni siquiera una historia como tal. Y aun así, consigue atraparte.

¿Por qué funciona? Porque el juego confía en tu curiosidad. Si te preguntas qué hay al fondo de ese bosque, puedes ir. Si ves una cabaña, puedes entrar. Si una flor te llama la atención, solo tienes que acercarte. Y si quieres, sacarle una foto. Nada te mete prisas, nada te recompensa más que el propio acto de estar ahí.
Al comenzar el juego, los jugadores son transportados a lugares realistas como el Lago di Braies en Italia o la playa Castle Rock en Australia Occidental. Sin enemigos ni cronómetros, el único objetivo es explorar y capturar la belleza del entorno a través de la lente de nuestra cámara virtual. Esta aproximación permite a los jugadores sumergirse completamente en la experiencia, fomentando la relajación y la contemplación.
Una de las mecánicas más cuidadas del juego es, precisamente, su sistema de cámara. Inspirada en modelos reales de DSLR, permite ajustar exposición, apertura, enfoque, ISO y distancia focal. Estos controles son opcionales, por supuesto, pero añaden una capa de profundidad para quien quiera explorar el arte de la fotografía de una forma más técnica.
No obstante, la mayor fortaleza del juego no está en su realismo técnico, sino en cómo consigue que la cámara funcione como un canal emocional. Hay momentos en los que simplemente quieres capturar algo porque te ha emocionado: la luz atravesando la niebla, el reflejo perfecto de un lago, o una roca cubierta de musgo.
Los jugadores suelen compartir en redes sus fotos favoritas del juego como si fueran recuerdos de un viaje. Y en cierto modo lo son. Lushfoil consigue que lugares que nunca has visitado te resulten familiares. Hay quien dice que este juego no es solo un simulador de fotografía, sino una máquina de nostalgia.

Más allá de la imagen perfecta
Aunque pueda parecer un juego solo para amantes de la fotografía, Lushfoil también está pensado para quienes buscan explorar, descubrir y conectar con el entorno digital. Algunos escenarios esconden objetos secretos: cámaras antiguas, recuerdos de viajes pasados o grafitis escondidos entre las paredes.
Además, hay retos opcionales que proponen al jugador replicar ciertas fotos icónicas encontradas dentro del juego. No dan puntos ni recompensas, pero ofrecen un pequeño empujón creativo para quienes se sienten más cómodos con un objetivo.
No podemos, tampoco, olvidar el apartado sonoro. Cada zona tiene su propia ambientación musical, suave, casi transparente, diseñada para no distraer pero acompañar. Los sonidos del agua, del viento, de las aves: todo está ahí para contribuir a la inmersión. Si el entorno visual te hace viajar, el sonido es lo que hace que te quedes.
El éxito de Lushfoil no ha pasado desapercibido. Desde su anuncio en 2023 hasta su lanzamiento en abril de 2025, el juego ha ido generando una comunidad de jugadores que comparten capturas, lugares secretos y experiencias subjetivas. En Steam, sus valoraciones son mayoritariamente positivas, y muchos lo recomiendan como "el antídoto perfecto para el estrés".
Algunos críticos lo comparan con la experiencia de meditar o de caminar por la montaña: no obtienes una recompensa cuantificable, pero te vas con algo que no tenías antes. En un momento en que la industria se llena de juegos que buscan captar tu atención a cada segundo, propuestas como esta reivindican el silencio. Pero ¿es esto una excepción o un camino para más desarrollos parecidos? Con estudios como Inkle, thatgamecompany o el mismo Annapurna apostando por experiencias más pausadas, todo parece indicar que el "juego sin presión" va a seguir ganando terreno.
Y aunque todos sabemos que nunca sustituirá al multijugador competitivo o a los grandes RPG, sí parece que hay espacio —y audiencia— para títulos que, como Lushfoil, te invitan a simplemente estar.
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