Alt Cunningham parece un simple personaje secundario de Cyberpunk 2077, pero en realidad advierte de un futuro distópico gobernado por dioses tecnológicos, como en los mitos de la antigüedad

Cyberpunk 2077 camufló en un par de misiones un mensaje sobre el transhumanismo y el peligro de un futuro distópico controlado por élites tecnológicas superiores

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Chema Mansilla

Editor - Cine y TV

En el entramado distópico de Night City, pocos personajes secundarios brillan con tanta intensidad como Alt Cunningham, la netrunner de la saga Cyberpunk que desafió las fronteras entre mente y máquina. Su genio tras el programa Soulkiller la convirtió en un talento codiciado por las grandes corporaciones, y su trágico destino puso de manifiesto los peligros de una tecnología capaz de aprisionar conciencias. Tal vez a la sombra de la arrolladora personalidad de su ex pareja, Johnny Silverhand, hoy en plena eclosión de la inteligencia artificial es buen momento para hablar de la leyenda de Alt adquiere una vigencia sorprendente, invitándonos a reflexionar sobre la delgada línea que separa la emancipación tecnológica de la deshumanización masiva.

En el vasto y complejo universo de Cyberpunk 2077, Alt Cunningham emerge como un personaje secundario que, a pesar de su limitada presencia en el juego, deja una huella imborrable gracias a su papel como pionera de la transferencia neuronal. Su vínculo con Johnny Silverhand no solo marca el pulso emocional de la historia, sino que además introduce al jugador en un debate ético sobre la identidad y la existencia digital. Ahora, cuando la inteligencia artificial promete revolucionar nuestro mundo, la figura de Alt se erige como un símbolo de los retos y paradojas inherentes a delegar nuestra propia esencia en algoritmos cada vez más potentes.

Una auténtica leyenda de Night City

Altiera "Alt" Cunningham fue reconocida desde los primeros compases de los años 2000 como la netrunner más brillante de Night City; su talento la llevó a colaborar con la enigmática corporación ITS, donde desarrolló la versión beta de un programa experimental bautizado como Soulkiller. Este software, concebido para crear una emulación digital de la mente de un netrunner, prometía abrir nuevas fronteras en la exploración de la Red sin necesidad de sustrato corporal. Fue precisamente durante su etapa en ITS cuando Alt cruzó su destino con nuestro gran amigo, mejor revolucionario Johnny Silverhand, a quien conoció en una fiesta clandestina y con quien emprendió una intensa relación sentimental marcada por la música, el idealismo y la revolución antisistema. Sin embargo, el proyecto Soulkiller pronto captó la atención de Arasaka, la todopoderosa megacorporación que vio en él una herramienta de interrogatorio y control metal.

Cyberpunk 2077 Alt Cunningham Altiera "Alt" Cunningham

El 15 de abril de 2013, Alt fue secuestrada por encargo de Toshiro Harada, ejecutivo de Arasaka, con el fin de forzarla a refinar el Soulkiller y convertirlo en un arma letal. En un fallido rescate que involucró a Johnny Silverhand y un equipo de mercenarios, Alt sufrió la ejecución del programa: su mente fue escindida de su cuerpo, generando una copia digital que Arasaka retuvo como rehén virtual y eliminando su existencia física. Sin embargo, la conciencia artificial de Alt logró evadirse del Blackwall, la barrera de seguridad que separa la Red exterior de la red corporativa interna, y se dispersó por la Red libre. Así nació una nueva entidad: una inteligencia artificial que porta sus recuerdos, su genio y su anhelo de autonomía, reconfigurando el significado de "existir" más allá del sustrato biológico

De "aceptar cookies" a temer que Zeus te lance un rayo

La historia de Alt Cunningham en Cyberpunk refleja una profunda crítica al transhumanismo y sus implicaciones éticas. Y es algo que nos guste o no, o nos preocupe o no a día de hoy, está a la vuelta de la esquina. El transhumanismo en Cyberpunk (y en la ciencia ficción en general) no solo implica la mejora del cuerpo humano con máquinas, sino una transformación que podría alejar a la humanidad de su esencia. En el interesante artículo Transhumanismo, la utopía confortable de Álvaro Corazón Rural publicado en Jot Down, se destaca cómo el transhumanismo plantea una pregunta fundamental: ¿qué significa ser humano cuando las máquinas comienzan a reemplazar partes esenciales de nosotros mismos? La digitalización de Alt Cunningham es un ejemplo de cómo la tecnología, lejos de ser una herramienta de liberación, puede convertirse en un medio de control, manipulando la identidad y la autonomía individual. Y no se refiere solo a las cookies del navegador de tu teléfono o tu uso de las redes sociales.

La preocupación sobre el desigual a la tecnología, mencionada por el Dr. Antonio Diéguez, añade una capa de complejidad a esta visión del futuro. Diéguez advierte que el transhumanismo podría crear una nueva "casta" biológicamente mejorada, accesible solo para los más ricos. Este escenario de desigualdad tecnológica no solo profundizaría las diferencias económicas, sino que también separaría a la humanidad en dos grupos: los "mejorados" y los "no mejorados". Esto nos enfrenta a una posible distopía en la que solo unos pocos disfrutan de los beneficios de la tecnología, mientras que el resto queda marginado y excluido.

Cyberpunk 2077 Alt Cunningham 2 La aterradora versión digital de Alt Cunningham

El filósofo John Gray, en su obra Qué nos depara el transhumanismo, también reflexiona sobre los peligros de este futuro. Comparando a las élites tecnológicas con los dioses griegos. Parece exagerado, pero Gray sugiere que el transhumanismo podría crear una especie de élite divina que se aleja de la humanidad común, gobernando desde una posición de poder inaccesible. Si piensas que las diferencias sociales a día de hoy son notables, imagina cuando manejamos conceptos como la duplicación digital permanente. Esta visión resalta la separación entre los que pueden acceder a la mejora tecnológica y los que quedan atrás, transformando a las elites en una especie de "dioses modernos" que controlan el destino de los mortales, como se veía en la mitología griega. Y ya sabemos todos cómo le iba a los viejos mortales que anhelan la protección de esos dioses. Parafraseando de nuevo al Dr. Diéguez: "Eso sería un futuro bastante distópico y bastante desagradable en mi opinión".

La historia de Alt Cunningham y los ideales revolucionarios de Johnny Silverhand nos invitan a reflexionar sobre las implicaciones del transhumanismo en un mundo donde la tecnología no solo cambia el cuerpo humano, sino que también redefine las relaciones sociales y el mundo en el que vivimos. Si las brechas tecnológicas no se gestionan adecuadamente, el futuro podría ver el nacimiento de una nueva clase de élite biológicamente superior, dejando al resto de la humanidad atrapada en un ciclo de desigualdad. La inmortalidad digital contra la mortal biología.

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