Hace 66 años, un belga llamado Peyo, o Pierre Culliford por su nombre real, probó suerte con la animación basándose en su amor por la Edad Media para crear a un joven paje del medievo europeo llamado Johan. Éste, en una de sus historias, descubría una aldea de pequeños seres azules que rápidamente se robaron el corazón de los cientos de lectores del periódico bruselense. Así nacieron Los Pitufos, unos "duendes" en miniatura, azules de cabeza a los pies y con un sentimiento de vida pacífico y unitario que, al margen de haber dado el salto a la creme de la creme de la cultura popular, han protagonizado nada menos que 26 juegos en nuestro medio. Ahora, este final de octubre, en plena previa a la 'spooky season', la dupla de Los Pitufos: Dreams, un plataformas que llevo jugando varios días y que me ha hecho preguntarme varias veces: ¿me esperaba que fuese así de bueno?
Quiero decir, quizá no al nivel de los grandes referentes hegemónicos del género, pero lo que en un comienzo fue curiosidad por ver qué tenía entre manos el equipo de Marsupilami: Hoobadventure, un plataformas que disfruté en su momento y que su 94% de reseñas en Steam avalan su éxito, se convirtió en la necesidad de completar un nivel más, salvar a un pitufo más. Y es que sí, lo que a ojos dudosos puede ser una aventura de corte infantil sin mucho más que unos colores bonitos y unos controles afables, es en realidad un plataformas divertido, que no se complica en exceso, pero con cierto regusto a los mejores de las plataformas en tres dimensiones.
Un sueño lúcido y divertido
Todo comienza con Gargamel, ¡cómo no! El arquetípico villano de Los Pitufos decide que lo mejor para acabar con ello no es inventar nada estridente o crear una versión mala de Pitufina, sino inducirlos en un sueño eterno del que no podrán despertar. Este es el núcleo narrativo de la experiencia de Dreams, uno no muy complicado donde encarnaremos a un pitufo sin nombre en busca de despertar a todos los de la aldea de sus propios mundos oníricos, y acabaremos enfrentándonos al villano final. No es complicado de entender y menos aún de seguir o deducir cuál es el final, pero Ocellus no busca, lógicamente, complicarse en exceso.

Los Pitufos, como marca, no pueden abrazar una narrativa compleja o con moralejas complicadas de entender y que apelan a lo más hondo de nosotros. Su terreno es el de las aventurillas divertidas, y aquí Ocellus se mueve con soltura, porque todo lo que le falta a Dreams para ser un juego que deje poso con lo que cuenta o con lo que nos enseña, le sobra de desparpajo a la hora de lanzarnos a decenas de niveles diseñados con una máxima en mente: sorprender cada pocos pasos.

Como este pitufo, uno que puede ser chico o chica, e incluso podremos editar con ciertas skins que compraremos en base a las cerezas que consigamos, tendremos que lanzarnos a cada uno de los sueños de estos pitufos dormidos para volver a dotar de vida a la Aldea Pitufa. Cada uno de los cuatro mapas disponibles, que suman en total 12 niveles principales y 16 mini-niveles, no solo representa lo que más le gusta al pitufo en cuestión, siendo el cocinero la obvia comida o Pitufina el amor por la paz y el dormir —yo me siento identificado con ella, qué queréis que os diga—, sino que esta temática variada consigue hacer que los niveles se sientan únicos y especiales. Ocellus sabe que Los Pitufos no pueden ir mucho más allá de unos límites definidos, y apuesta por la creatividad y la sorpresa a cada paso.

Los primeros compases de la aventura, con el mapa del pitufo cocinero, mezclan elementos de la cocina en una especie de versión jugable de aquel mundo de chocolate y dulce de Mario: Odyssey, aunque sin su empaque y acabado. La variedad de colores, de pequeñas mecánicas como que el mundo de Pitufina esté lleno de almohadas que crean pequeñas secciones algo más sesudas donde debemos controlar el salto y rebote para avanzar sin morir; o usar una pistola o martillo de goma para romper estructuras es tan divertido que me ha tenido horas pegado a la pantalla, con el cerebro apagado, mientras avanzaba casi sin darme cuenta.

Dreams es de esos juegos curiosos que conoce sus límites y actúa en consecuencia. No es excesivamente largo y tampoco difícil, algo que se nota en su lucha contra jefes, tanto pequeños como grandes, que se completan en un abrir y cerrar de ojos, pero sí original imitando a los grandes, y eso es lo que le pido a un plataformas para toda la familia como este. Porque, cuando sientes que quizá estás pasando mucho tiempo en un nivel repitiendo enfoques, Dreams te lanza a un subnivel adicional donde debes marcar goles para conseguir más cerezas en un partido de fútbol, o pequeñas sorpresas en forma de recompensas visuales para sentir que no solo estás avanzando, sino que el juego te recompensa por ello.
El ABC de los plataformas: sencillo, pulido y fácil de entender
A nivel mecánico, lo que podríamos considerar como "la sensación a los mandos", Dreams no decepciona. Aunque la aventura de Ocellus apenas nos deja una serie de botones que aporrear, el equipo se mueve bien en un terreno que ya exploró con Marsupilami. La sensación a la hora de moverse por los escenarios, lo bien medido que están los puzles más físicos o el radio de acción de según qué armas, crea un conjunto la mar de vistoso y accesible. Ocellus mima todo en exceso, incluso cuando saltas de mapa en mapa, tienes una animación sobre unos raíles al estilo el fontanero bigotudo hecha para que todo se sienta natural y orgánico, como una explosión visual y de movimientos que a los pequeños encantará.

Pequeños momentos como la animación al correr, con esa pequeña carrerilla en seco al estilo Odyssey, o cómo podemos mezclar la burbuja que se crea una vez aguantamos suspendidos en el aire con un salto horizontal hace que Dreams no esté limitado por sus escenarios, sino que los abrace y nos deje movernos por ellos con atino y libertad. Quizá, y siendo más quisquilloso, la sensación a la hora de saltar, para los que vengáis del más reciente Astro Bot, es mucho más plástica, sin peso, algo que está hecho única y simplemente para diluir el desafío y hacer girar a Dreams en torno al ABC de los plataformas.
Los Pitufos: Dreams no pretende reinventar la rueda, jamás se le pasaría por la cabeza. Y, sin embargo, apuesta todo a la sencillez y la sorpresa a cada pocos pasos. No es un juego que marque un antes y un después, tanto para adultos como para pequeños, simplemente es un divertimento bien medido, de apenas unas horas, perfecto para introducir a los peques de la casa en este fantástico medio que son los videojuegos.
- El juego es simple y corto, con apenas unas horas de extensión.
- Cuenta con 12 niveles principales, pero también 16 mini-niveles, algunos ocultos.
- Gracias a Unreal Engine 5 y con una paleta de colores vívida, la experiencia visual es buena.
- Sus jefes no son complicados, algo perfecto para pequeños.
- Cuenta con un modo cooperativo para dos jugadores.