El escenario es el siguiente. Acaba de terminar el Nintendo Direct sobre Mario Kart World. Pienso que, aunque la experiencia es un grado, no sé hasta qué punto ese debate me va a afectar con lo que estoy a punto de probar. Me planteo que, por muy bueno que sea, va a ser difícil poder deshacerme de esa nube de dudas.
Varios minutos después he jugado mi primera carrera en Mario Kart World y, sin haber visto aún su mundo abierto que llegaría en pruebas posteriores un rato después, e incluso sin haber comprobado lo que puede dar de sí ese escenario interconectado a base de pistas clásicas en campeonatos más largos a lo battle royale, la decisión ya está tomada: voy a caer.
Justo lo que necesitaba Switch 2
Para terminar de convencerme por completo y despejar cualquier atisbo de dudas aún faltaría esa segunda prueba, pero ya desde su primer o tanto en modo portátil como en el televisor, la sorpresa con Mario Kart World y lo bien que lo viste Switch 2 es enorme. Es imposible no destacar la suavidad con la que se mueven los karts de Mario y compañía, y no sólo por el hecho de enfrentarse a otra veintena de jugadores sin que la acción rasque ni un poquito.
Mario Kart World es el tipo de experiencia que sé que voy a disfrutar con mis críos durante meses
La incursión de la saga en un mundo abierto lo más variado posible en el que, en apenas unos minutos, saltas de estar corriendo en una montaña nevada a hacerlo en las olas del mar para, poco después, verte impulsado por un geiser capaz de elevarte hasta un mundo suspendido sobre las nubes, es el tipo de experiencia que sé que voy a disfrutar con mis críos durante meses. El tirarte desde ahí y volver a vivir otra suerte de caída libre a lo Tears of the Kingdom en el que el mundo que hay abajo se va acercando poco a poco es, desde luego, una experiencia que no esperaba vivir en un Mario Kart. No una que justifique ese cambio por muy impresionante que se vea, ojo, pero sí un lazo a una idea que ya se encarga de atarte en lo jugable.

Pese a que aún queda jugarlo con mucha más profundidad y con una demo menos limitada, resulta evidente que aquí hay menos Forza Horizon de lo que cualquiera podría desear de un Mario Kart de mundo abierto. Sin embargo, a poco que te mueves por el escenario en modo libre empiezas a ver detallitos que apuntan a cierto atisbo de exploración que, con algo de suerte, nos traerá generosas alegrías a los que disfrutamos de acudir a cada rincón para descubrir algo más que un nuevo atajo que podamos utilizar en las carreras.
Todo lo que podías pedirle a la saga Mario Kart
Con los campeonatos siguiendo el estilo clásico, con circuitos separados entre secciones de ese mundo abierto para darle cierta continuidad a cada copa, el juego en modo libre permite que en cualquier momento te salgas del recorrido para intentar descubrir qué hay más allá. Limitado en las carreras convencionales, sí hay un poco más de manga ancha cuando llegas a sus carreras estrella, las del Knockout Tour.
Es innegable que aquí lo más llamativo es ese modo Battle Royale en el que, checkpoint tras checkpoint, el juego irá eliminando a quienes estén en las posiciones más atrasadas para que, ante la línea de meta sólo terminen corriendo los cuatro que mejor han corrido. Las quejas sobre el caparazón azul seguirán estando ahí, pero la amplitud del escenario da para un juego que busque un estilo mucho más técnico, aprovechando cualquier excusa para provocar saltos y derrapes con turbo que den un empujón adicional a tus posibilidades.

Estas largas carreras, por extensión de la pista pero no por tiempo (quedé cuarto en una que duró poco más de 10 minutos), terminan siendo una de esas genialidades marca Nintendo en la que, sin saber muy bien por qué, te ves arrastrado hasta una tensión y emoción que, a medio camino entre la habilidad a los mandos y la suerte en los ítems, termina siendo mucho más intensa de lo que podría parecer desde fuera.
A falta de comprobar hasta qué punto todos esos nuevos ítems y habilidades sirven para darle un poco más de profundidad, la realidad no es sólo que resulte divertidísimo de jugar y que las novedades sean justo lo que necesitaba Mario Kart World para no ser otra secuela más.
Es que reconozco que tras probarlo e imaginarme jugándolo con mis críos durante los próximos meses sin tener que preocuparme de qué otro juego me compro hasta mucho tiempo después, lo de los 90 euros me ha dolido un poco menos.
Ver 54 comentarios