Hace casi 30 años Apple lanzó su primera y única consola de videojuegos. Fue uno de los mayores fracasos de su historia

Apenas vendió 42.000 unidades y tuvo un catálogo escaso

Pippin
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Miguel Solo

Editor

En los noventa la industria del videojuego doméstico estaba en alza y abrió las puertas a un buen número de nuevas marcas dispuestas a probar suerte en un mercado lucrativo. Algunos, como es el caso de Apple.

Con tan solo 42.000 unidades vendidas y dos años de vida antes de que se descontinuara en el mercado, Apple Pippin no es el único fracaso de la compañía americana, pero desde luego sí uno de los más sonoros. Surgida en alianza con Bandai, Pippin era una consola de quinta generación. Esto quiere decir que compartía mercado con otras como la primera Playstation, Nintendo 64, Sega Saturn o Atari Jaguar. Sin embargo, solo dos de estas se alzaron como victoriosas.

Mucho se ha escrito sobre el fracaso de Saturn o de Jaguar, y aunque Pippin tiene en común con ellas factores como la falta de catálogo (este era el caso más flagrante de los tres), la máquina de Apple tenía un puñado de particularidades y decisiones extrañas de diseño que hacen comprensible por qué no terminó de cuajar.

El precio era lo primero. Se pedía unos 599 dólares por ella, una jugada muy Apple que no coló de cara a un público que tenía como opción la PS1 por 299 o la N64 por 200, ambas con un catálogo lleno de juegos muy potentes ya fueran first o third party y una identidad muy definida. El catálogo de Pippin acabó siendo muy reducido (se estima que unos 70 títulos) y eran en su mayoría ports que se jugaban mejor en otras plataformas.

Ni demasiado consola ni demasiado ordenador

La falta de identidad era otro aspecto clave. Al contrario de la filosofía de otros productos de Apple de la época que eran sistemas cerrados y bien cerrados, Pippin pretendía hacer demasiadas cosas. Era un sistema abierto basado en MacOS que esperaba que otras compañías sacaran su propia versión. Era una consola de videojuegos, pero también una especie de PC de salón expandible. Tenía juegos pero también conexión a internet, y permitía usar programas o imprimir documentos. Al igual que otras consolas fallidas de la época, también un enfoque en el software educativo.

Pippin

A la hora de jugar a videojuegos desde luego no era el mejor sitio para hacerlo. Su mando en forma de boomerang era ya incómodo de por sí, con una distribución de botones extraña y un pad con forma circular que intentaba, de forma no muy fructuosa, imitar la experiencia de controlar un ratón. De hecho la mayoría de los títulos parecían ports apenas traducidos del PC, con interfaces que mostraban ventanas y un cursor de ratón literal. En cuanto al catálogo, debería decirte lo suficiente sobre la variedad y calidad que en listas de los juegos más destacados se suela mencionar una enciclopedia y un programa de dibujo de Dragon Ball.

El último ingrediente clave fue el marketing. Apple siguió la filosofía de rodear de misticismo el producto en los anuncios iniciales que apenas lo enseñaban, y cuando lo hicieron mandaban mensajes confusos, no queriendo enfocarlo del todo como una consola, pero tampoco pudiendo hablar de ello como un ordenador propiamente dicho. El resultado era un producto confuso que los s no sabían bien como tratar, y que no terminaba de convencer como ninguna de estas dos cosas.

Dragonpippin

Los noventa fueron una época difícil para Apple, con fracasos como el Macintosh TV, su servicio de internet eWorld o su fallida PDA Apple Newton, pero Pippin fue el único que les alejó de una industria por completo. Quizás como resultado de este fracaso Apple se ha mantenido muy cauta en el mercado del videojuego desde entonces. Solo en los últimos años están lanzando cada vez más producto apto para el gaming de alta gama, e iniciativas como Apple Arcade tratan de capitalizar en los s más jugones dentro de su público habituales.

Imágenes: Wrestling With Gaming, Linus Tech Tips

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