La Game Preservation Society (GPS), una organización sin ánimo de lucro fundada en 2011 para preservar el patrimonio cultural de los videojuegos japoneses, atraviesa su peor momento. Su fundador, Joseph Redon, ha hecho un llamamiento urgente a la comunidad para evitar el cierre de una de las instituciones más importantes en la conservación de juegos y materiales relacionados del país del Sol Naciente.
A lo largo de más de una década, la GPS ha rescatado miles de juegos —en su mayoría disquetes, extremadamente frágiles—, además de manuales, revistas y documentos de gran valor histórico. Entre sus honorarios figuran leyendas como Tomohiro Nishikado (Streets of Rage). A pesar de este prestigio, su situación financiera es crítica: el propio Redon cubre parte del alquiler, pero la organización pierde entre 260 y 420 libras mensuales.
La Game Preservation Society podría desaparecer en solo cuatro meses
"Con apenas 2.100 libras (unos 2.800 dólares) en nuestras cuentas, no podemos afrontar ni siquiera el alquiler de nuestra sede", añade Redon. De hecho, tal es la situación que, si no se consiguen al menos 300 nuevos donantes antes de septiembre, la GPS cerrar, según menciona Time Extension en su reportaje.
El problema no es solo económico. Redon fue hospitalizado recientemente por estrés, y la falta de personal angloparlante ha dificultado su comunicación con la comunidad internacional. A pesar de esfuerzos como boletines con entrevistas y reportajes inéditos —como uno con Kouichi Nakamura (Dragon Quest)—, apenas se han descargado. Las redes apenas amplifican su mensaje, y los medios occidentales, salvo excepciones, no cubren su labor.

La GPS ha intentado subsistir con subvenciones del gobierno japonés, pero estas solo pueden destinarse a sueldos y no cubren gastos como alquiler o electricidad. También recurrieron a la venta de artículos raros en subastas, pero las leyes japonesas les impiden operar fuera de Yahoo! Auctions, limitando su alcance a nivel internacional. Incluso han sido blanco de ataques en línea por negarse a distribuir ROMs, lo que supondría su cierre inmediato bajo la estricta legislación nipona.
A pesar de todo, la GPS ha realizado contribuciones vitales: digitalizó más de 2.000 disquetes entre julio y febrero pasados, participa en proyectos internacionales como la conservación del catálogo de juegos móviles i-Mode, y ha producido documentales sobre figuras clave del videojuego nipón, como Rika Suzuki o Yuichi Toyama. Pero sin mayor apoyo ni voluntarios, su actividad podría cesar para siempre. "Nadie más está preservando esta parte de la historia japonesa de los videojuegos", alerta Redon.
La desinformación también ha jugado en su contra. Redon desmintió recientemente que compañías como Square Enix estén realmente comprometidas con la preservación, pese a lo que se ha publicado. "Estuve allí. Lo que dijeron fue que no pueden, no hacen y no harán preservación", afirma. Mientras tanto, la GPS sigue haciendo un trabajo que las grandes empresas ignoran o rechazan, sin los recursos ni el reconocimiento que merece.
"No necesitamos un millón, solo 400 personas donando dos libras al mes", insiste Redon. Si la GPS desaparece, se perderá más que una institución: también se perderá un conocimiento insustituible sobre la historia digital de Japón. La llamada está hecha.
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