A veces no hacen falta giros argumentales enloquecidos, ni combates coreografiados al milímetro, ni cargarte a tu protagonista inesperadamente, ni cliffhangers imposibles. A veces, basta con una canción. Una sola canción bien elegida, bien colocada, en el momento exacto, puede levantar el ánimo, partirte el alma o recordarte por qué empezaste a ver una serie. The Last of Us acaba de dar un estupendo ejemplo de ello. Justo cuando algunos fans empiezan a pensar que la serie está perdiendo el pulso narrativo, que se está alargando demasiado esta segunda temporada, el capítulo 5 de la temporada 2 ha respondido de la forma más emocional posible. Ha bastado con los primeros acordes de Future Days, de Pearl Jam, para extender una mano a todos aquellos que empezaban a dudar. Y lo ha hecho con un gesto tan sutil como devastador.
Aviso de spoilers: Este artículo contiene detalles del episodio 5 de la temporada 2 de The Last of Us.
A estas alturas, ya sabemos que The Last of Us no se conforma con ser una serie de zombis (o infectados). Lo suyo es hablar de las personas. De sus vínculos, de sus traumas, de su dolor. Y este episodio cinco, titulado "Feel Her Love", no sólo deja claro que la música es un personaje más en esta historia, sino que también redobla la apuesta emocional que empezó a construirse desde la primera temporada: la relación entre Ellie y Joel, y todo lo que queda de ella tras su desaparición. Resulta fascinante que cuando a estos dos personajes les fallan las palabras, hayan podido encontrar su propia vínculo comunicativo con la música.
Su canción y los días que no serán
El capítulo continúa el desarrollo de Ellie como uno de los personajes mejor construidos de la televisión actual. Bella Ramsey sigue haciendo un trabajo impecable al mostrar esa mezcla de vulnerabilidad, rabia contenida y duelo no resuelto que arrastra desde la pérdida de Joel. La escena en la que intenta tocar la guitarra en ese viejo teatro abandonado en Seattle es tan breve como poderosa. No hace falta decir mucho: Ellie agarra la guitarra, rasga un par de notas, susurra una letra... y para. No puede continuar. Porque esa canción, Future Days, es de Joel. Y ahora, al intentar interpretarla, todo le pesa demasiado. La memoria, la culpa, la ausencia.
Es música diegética, sí, pero también es relato, es construcción de personaje
La elección de Future Days no es casual. La canción, publicada por Pearl Jam en 2013 como cierre del álbum Lightning Bolt, nació del dolor personal de Eddie Vedder tras la muerte de su amigo Dennis Flemion. La letra es una meditación sobre la pérdida y el amor incondicional. Su primer verso, "If I ever were to lose you, I'd surely lose myself", no puede ser más adecuado para describir el vínculo entre Joel y Ellie, tal y como lo planteó Neil Druckmann en el videojuego original The Last of Us Part II, donde la canción ya tenía un papel central.
En la adaptación de HBO, Future Days apareció ya en el primer episodio de esta segunda temporada, con Pedro Pascal sentado solo en el porche de su casa cuando Ellie regresa tras la accidentada fiesta. Joel interrumpe su canción cuando llega ella, ella interrumpe ahora su canción cuando él falta. En el episodio cinco, esa misma canción reaparece bajo una luz muy distinta: una Ellie sola, traumatizada, intentando conectar con su pasado pero sin poder soportar lo que le recuerda. El paralelismo con el juego es evidente, pero el lenguaje visual y emocional que emplea la serie es propio y está magníficamente ejecutado.

Craig Mazin y Neil Druckmann sabían que estaban jugando con fuego emocional al usar una canción como esta. Y aunque Future Days sea anacrónica dentro del universo de la serie, el brote de cordyceps ocurre en 2003 y la canción no se lanzó hasta una década después, ellos mismos han reconocido en el podcast oficial de la serie que "no les importó". Porque el impacto emocional de la canción es demasiado fuerte, demasiado perfecto, como para dejarlo pasar por una cuestión de fechas.
Y lo es. The Last of Us no solo recupera canciones con sensibilidad, como ya hizo con Take On Me de A-ha. Lo hace construyendo toda una emotiva narrativa en torno a ellas. Es música diegética, sí, pero también es relato, es construcción de personaje, es memoria afectiva. En este caso, la música vuelve a ser el canal que une lo que fue y lo que pudo haber sido. Los días futuros que Joel y Ellie no podrán compartir.

El episodio demuestra que Ellie no solo busca justicia o venganza. Busca sentido. Y el hecho de que no pueda cantar la canción, que apenas pueda sostener unas notas nos recuerda que está rota por dentro. Que su evolución pasa por aceptar ese dolor, por enfrentarse a él, por encontrar, algún día, una forma de tocar de nuevo. De reencontrarse con el recuerdo de Joel sin morir ella también un poco. Y eso, narrativamente, es tremendo.
Puede que algunos crean que la serie está perdiendo fuelle. Puede que otros echen en falta más acción o tensión. Pero The Last of Us sabe exactamente qué está haciendo. Y en este quinto capítulo lo ha demostrado sin necesidad de pirotecnia. Solo con una canción, recordándonos que a veces basta eso para volver a estar con alguien a quien se quiere, aunque esa otra persona no vaya a regresar jamás. Bastan un par de acordes, y un silencio lleno de significado. The Last of Us sigue siendo una de las series más humanas de los últimos años, incluso cuando se mueve entre hongos mutantes y ciudades en ruinas. Si aún no estás al día, esta es tu señal, puedes ver The Last of Us en Max.
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